¿Diseñamos para vivir o para mirar? Una reflexión entre el formalismo y el funcionalismo




Formalismo: Es una manera de analizar cosas como el lenguaje, el arte o las leyes, poniendo toda la atención en cómo están construidas, es decir, en su forma interna. No se preocupa tanto por el contexto ni por para qué sirve eso que está estudiando, sino más bien por si sigue ciertas reglas o está bien estructurado. Por ejemplo, en el lenguaje, un enfoque formalista analiza si una oración está bien formada gramaticalmente, sin fijarse tanto en cómo o por qué se usa en una conversación real.

Lo mismo ocurre en el arte, donde se valora más la técnica, los colores, las formas o la composición que el mensaje que transmite la obra. En resumen, el formalismo mira el interior de los sistemas, casi como si fueran independientes del mundo que los rodea, y se enfoca en que la forma sea correcta por encima de todo.

Funcionalismo: se enfoca más en para qué sirve algo, cómo se usa y cuál es su propósito dentro de un sistema más grande. En vez de analizar solo la forma, le importa el contexto, el entorno, y cómo cada parte cumple una función. Por ejemplo, en el lenguaje no solo se pregunta si una oración está bien hecha, sino cómo se usa para comunicar ideas, expresar emociones o resolver problemas reales.

Este enfoque también se puede ver en cosas como la arquitectura o el diseño, donde lo más importante no es que algo se vea perfecto, sino que funcione bien y sea útil para las personas. El funcionalismo ve a cada cosa como parte de un sistema más amplio, y por eso cree que hay que entenderla desde su función y su relación con el entorno.


Perspectivas

Ahora vamos a ver diferentes perspectivas sobre cuál de estas dos corrientes es considerada "mejor".

Y la verdad es que no hay una respuesta única. Todo depende del criterio que se utilice.

Desde una perspectiva funcionalista, la prioridad es clara: resolver necesidades humanas.

Arquitectos como Le Corbusier o los miembros de la Bauhaus defendían que un edificio debe ser útil, eficiente y racional.

Para ellos, la belleza no es el punto de partida, sino una consecuencia natural de una buena función.

Este enfoque tiene mucho sentido cuando hablamos de viviendas, hospitales, escuelas o infraestructuras.

Pero hay otra forma de verlo.

Desde la perspectiva formalista, la arquitectura también debe ser arte.

Debe provocar emociones, inspirar y expresar valores culturales.

Arquitectos como Frank Gehry o Zaha Hadid defienden que la forma puede tener un significado propio, más allá de la función.

Este enfoque es muy valorado cuando se busca crear identidad visual, como en museos, teatros o espacios culturales.

También existen posturas intermedias, como la de Rem Koolhaas, que no ve la forma y la función como opuestas, sino como elementos que pueden convivir.

Hoy en día, muchos arquitectos buscan ese equilibrio: hacer espacios que funcionen bien, pero que también tengan carácter y belleza.

En resumen, no se trata de elegir uno u otro de forma absoluta.

La mejor arquitectura, muchas veces, es la que logra combinar función y forma de manera inteligente, según las necesidades del proyecto.



De hecho durante el desarrollo de la arquitectura moderna surgieron dos enfoques teóricos fundamentales que reflejan una tensión entre forma y función: funcionalismo vs formalismo 



Funcionalismo: Se basa en qué todo elemento arquitectónico debe responder a una necesidad práctica, se debe priorizar la función por encima de la estética.

Está postura sistematizada por Le Corbusier , plantea que "toda casa es una máquina para habitar", defendiendo una arquitectura racional y eficiente. 

El funcionalismo aspira a la economía , estandarización y la practicidad.


Formalismo:  Sostiene que la forma arquitectónica tiene un valor autónomo , más allá de su función utilitaria.  Peter Eisenman plantea que la arquitectura se debe entender como un sistema formal con lógica interna, la forma tiene que comunicar conceptos y emociones a primera vista sin depender directamente del uso que se le va a dar.

Las obras del arquitecto Frank Gehry son un ejemplo de esto , se usan estructuras escultóricas que desafían a la funcionalidad tradicional y apelan a la experiencia estética y simbólica .

El formalismo privilegia la expresión artística y la experimentación sobre la utilidad.



Este enfrentamiento conceptual entre funcionalismo y formalismo reflejan dos visiones profundamente distintas en la arquitectura. 

El funcionalismo se enfoca en qué los edificios deben estar hechos para cumplir una función clara.Debe tener un propósito útil.


Conclusión: El formalismo valora más la forma , apariencia, creatividad.

Mientras uno busca cumplir con las necesidades de forma sencilla y lógica el otro busca llamar la atención, promover emociones o romper con lo común .

En la actualidad varios arquitectos buscan diseños útiles y llamativos por eso entender estás dos posturas nos ayuda a ver porque algunos edificios son tan funcionales y otros parecen esculturas gigantes en medio de la ciudad.









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